La Palabra Nos Hace Como Dioses


¡Qué poder tiene la palabra, el lenguaje que se rehúsa a ser silenciado! Aun cuando las palabras enmudecen, el lenguaje sigue su curso, revelándose contra la represión de nuestros labios. Se escapa en una mirada, un gesto, cualquier acto, incluso en un abrazo. El lenguaje habita en el pensamiento, y es, de hecho, el pensamiento mismo. La palabra, esa fuerza creadora, contiene en sí todas las cosas, y cada vez que nombramos algo o a alguien, nos volvemos como dioses, dándole existencia... ¿Quién me nombra, y así existo?... Y Dios dijo, que sean todas las cosas.


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