La Psicología es una Casa Dividida

Por: Andrés Flórez



La psicología es una disciplina marcada por la fragmentación, una "casa dividida" que enfrenta desafíos profundos en su intento de definir y abordar lo humano. Este problema, que algunos consideran evidente y resuelto, rara vez se estudia de manera crítica. Como señaló P. Fr. Mario José Petit de Murat O.P., mientras los empiristas asumen la continuidad entre el ser humano y el comportamiento animal, los aristotélico-tomistas tienden a ignorar la cuestión. Los primeros observan el instinto en los animales y lo extrapolan al ser humano, sin detenerse en las diferencias esenciales entre ambos, decididos a mantener una homogeneidad que, en realidad, no existe.

Cuando un estudiante de psicología llega a la universidad, suele tener una única certeza: convertirse en psicólogo. Sin embargo, esa certeza pronto se desvanece. La realidad es mucho más compleja: la psicología implica mucho más que "ocuparse de personas". Durante la formación, los futuros psicólogos descubren la necesidad de elegir entre múltiples enfoques teóricos —clínico, experimental, social, organizacional, evolutivo, entre otros—, y con ello, la manera particular de abordar lo humano. Esta elección conlleva, a menudo, entrar en una disciplina dividida, con corrientes que rara vez dialogan entre sí.

A diferencia de otras ciencias, la psicología enfrenta una dificultad particular: su objeto de estudio es el ser humano, un ente profundamente complejo. Si bien podría decirse que la psicología se centra en la conducta humana, esto no es suficiente para definirla, ya que muchas otras disciplinas también estudian el comportamiento, cada una desde su perspectiva: la economía lo hace en relación con los recursos, la antropología con la cultura, la sociología con los sistemas sociales, la historia con la evolución temporal, y la lingüística con la comunicación. Entonces, ¿cómo se diferencia la psicología? ¿Qué hace que su enfoque sea único frente a esta multiplicidad de aproximaciones?

El ser humano no sólo actúa; sueña, ama, anhela, lucha, forma familias y sociedades, y busca sentido. Además, posee una estructura interna compleja, una psique que no se limita a lo observable. Así, la psicología debe enfrentarse a la tarea de comprender tanto las manifestaciones externas como el mundo interior del individuo, un reto que a menudo ha intentado simplificar mediante teorías que sólo capturan fragmentos de esa realidad.

En este contexto, la psicología ha creado múltiples enfoques que, en lugar de complementarse, suelen excluirse mutuamente. Por ejemplo, la psicología conductual de Pavlov y Watson se centra en la conducta observable, mientras que el gestaltismo de Koffka y Wertheimer prioriza la percepción y la estructura mental. Los enfoques motivacionales de Atkinson y los estudios de las emociones de Izard se concentran en aspectos específicos del ser humano. Cada corriente ha desarrollado su propio lenguaje y metodología, lo que ha obstaculizado el diálogo y la integración de conocimientos.

Podemos afirmar, entonces, que la psicología se encuentra fragmentada, no sólo teóricamente, sino también metodológicamente y desde el ámbito académico. La especialización ha permitido grandes avances, como los estudios de las neurociencias, que han desvelado aspectos cruciales del funcionamiento cerebral. Sin embargo, este progreso ha ido acompañado de un aislamiento entre las distintas corrientes, impidiendo una comprensión más amplia e integradora de lo humano. ¿No sería más fructífero fomentar la colaboración entre estas perspectivas en lugar de mantenerlas en compartimentos estancos?

Desde un punto de vista teórico, se requiere un esfuerzo de interdisciplinariedad y transdisciplinariedad. Cada teoría aborda fenómenos como la atención o la concentración de forma distinta, pero rara vez se busca una integración significativa entre ellas. En el ámbito metodológico, sería beneficioso evitar los sesgos que favorecen a ciertas teorías sobre otras, y fomentar investigaciones que permitan traducir datos y hallazgos de un enfoque a otro. Esto no sólo enriquecería el conocimiento, sino que también permitiría un análisis más completo del objeto de estudio.

Por último, la academia ha contribuido a esta división. Cada institución diseña su currículum de acuerdo con intereses específicos, ya sea en lo social, organizacional o clínico, priorizando su reconocimiento y demanda sobre la formación integral de los estudiantes. Así, se pierde la oportunidad de crear una formación que fomente el diálogo y la cooperación entre distintas corrientes.

En lugar de preocuparse tanto por ser reconocida como ciencia, la psicología podría encontrar un mayor beneficio al promover el diálogo entre las diversas teorías que la componen. La complejidad del ser humano probablemente nunca permitirá que la psicología se ajuste plenamente a la etiqueta de "ciencia" en un sentido tradicional. Sin embargo, podría encontrar su fuerza en la capacidad de articular una visión más completa y profunda de la experiencia humana, integrando saberes y reconociendo la riqueza de su diversidad teórica. ¿No es esta, acaso, la verdadera esencia de lo humano?

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